

OPINIÓN
Dos personajes propios de la modernidad, quienes se encuentran confrontados por todos los fantasmas del pasado responsables de definir sus sentimientos.
Víctor Audiffred | México | 2018 | 75 min.
Dentro del amplio acervo de películas acerca de relaciones interpersonales, donde se ofrece una multiplicidad de definiciones en torno al amor podemos encontrar discursos de todo tipo, desde aquellos que denotan pesimismo y drama, hasta los surrealistas en donde se aspira a mostrar una verdad única y legítima de lo que el amor representa. A pesar de ser tan diversos, todos comparten de forma intrínseca el mismo concepto y, por ende, el mismo desenlace.
Es justo en este contexto en el que se posiciona Hipnosis para ser feliz (México, 2018), un filme que explora las diversas aristas de las relaciones afectivas, aquí desde la mirada de dos amantes heridos que pelean en su trinchera por la legitimación de su realidad. La realidad de un hombre solitario e idealista que esboza en cada una de sus acciones la presencia de un trastorno psiquiátrico, y la de una mujer con problemas de apego que sufre por las barreras emocionales que carga consigo.
En Hipnosis para ser feliz su director, Víctor Audiffred, construye la psique de dos personajes propios de la modernidad, quienes se encuentran confrontados por todos los fantasmas del pasado responsables de definir sus sentimientos. A pesar de esto la historia resulta mucho más sencilla de lo que parece gracias a la mirada optimista y liberadora que se hace presente con la disruptiva decisión de los protagonistas de emprender un viaje.
En dicho viaje Felipe y Pilar inician una relación mucho más personal, misma que les permite transgredir su perspectiva de la realidad y comenzar a buscar la manera más sencilla de relacionarse, no sólo entre ellos sino también con su entorno inmediato, dejando a un lado todas las conductas que regían sus vidas y ahondando en cuestiones mucho más generales como la búsqueda de la felicidad y el propósito mismo de la vida.
De esta forma la modalidad del filme cambia no sólo visualmente, sino también de manera discursiva, contagiándose de una perspectiva alentadora que confronta en sí muchos problemas de la modernidad y lo hace de manera maravillosa y asequible, permitiendo al espectador disfrutar de cada escena gracias a la fluidez de la trama que expone claramente la evolución de los personajes.
El más reciente largometraje de Víctor Audiffred representa un interesante acierto en el cine mexicano contemporáneo, al igual que en la carrera de sus dos protagonistas, Antón Araiza y Ericka Ramírez, quienes logran transmitir el mensaje central del filme sin falsas pretensiones, transmutando su actuación teatral a la pantalla grande y mostrando que el cine independiente de nuestro país es digno de ser aplaudido.
Bianca Ashanti González Santos
Cineteca Nacional
13 de diciembre de 2018